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01 enero 2014

L’éternel Printemps

— Está bien. Atiéndame. Cualquiera puede mirar a una chica guapa y ver una chica guapa. Pero un artista es capaz de mirar a una chica preciosa y ver en ella a la anciana en que llegará a convertirse. Y un artista mejor puede mirar a una vieja y ver la chica preciosa que fue en su juventud. Pero un gran artista, un maestro, y eso es lo que fue Auguste Rodin, puede mirar a una vieja, retratarla exactamente tal como es en aquel momento…, y obligar al que contemple su obra a ver en ella la jovencita preciosa que fue la anciana. Y más que eso: puede conseguir que cualquier persona con la sensibilidad de un armadillo, o incluso usted, vea que esa chica encantadora aún está viva, en absoluto vieja y fea, sino simplemente aprisionada dentro de ese cuerpo arruinado. El gran artista es capaz de hacerle sentir a uno la tranquila e infinita tragedia de una muchacha que nació para no envejecer en su corazón más allá de los dieciocho años…, al margen de lo que las despiadadas horas le hicieron a su cuerpo. Mírela, Ben. Envejecer no nos importa a usted o a mí; nunca nacimos para ser admirados…, pero a ella sí. ¡Contémplela!

Forastero en Tierra Extraña - Robert A. Heinlein



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