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09 enero 2007

Inevitable

Mailendos es un mundo peculiar. No hay adolescentes ni ancianos, nadie mayor de 7 años o que no este entre los 21 años y los 49. Y es que tras el exilio todo el mundo elige la edad de adulto que quiere tener. Basta con desearlo y se produce. No puedes pasar de esas barreras, si lo intentas te quedas con tu edad actual. Con el paso del tiempo todos entendieron esto y dejaron de intentarlo. Puede que nuestro mundo tenga límite, pero desde el principio de los tiempos nadie lo ha encontrado. Somos eternos y cada vez somos más, y nunca supuso ningún problema. A pesar de ser eternos no somos inmortales, o al menos no en el sentido tradicional de la palabra. Todos los que estamos aquí, hemos nacido, hemos pasado siete años con nuestros padres, hemos sido exiliados, hemos muerto y hemos vuelto, quizás para siempre.

Entre nosotros cada cierto tiempo nacen dioses. Son personas como todo el mundo, pero tienen un don especial que ha configurado nuestra manera de existir. Están repartidos por toda nuestra geografía y siempre cerca de los innumerables lagos que posee Mailendos. Siempre están rodeados de gente aceptando siempre la misma solicitud, tocar el agua del lago. Cuando un Dios toca el agua de un lago, éste se vuelve por un instante opaco y al momento refleja las imágenes de Follken el mundo del exilio. La otra gran diferencia entre los dioses y las personas normales es que pueden abrir una especie de puerta entre los dos mundos, una puerta por la que todos hemos pasado una única vez.

Recuerdo perfectamente cuando me toco a mi. Llevaba mucho tiempo preparándome para ello, casi desde los seis años. Pasar al exilio no era cualquier cosa. No volverías a ver a tus padres durante toda una vida. No ibas a un lugar desconocido, infinidad de veces lo habías visto en los lagos gracias a los dioses. Era un mundo pequeño, totalmente conocido y de una diversidad deslumbrante. Era la antítesis de Mailendos. Por ello a todos los niños sin excepción, Follken les parecía excitante. Desde tiempos inmemoriales el exilio había servido para hacer madurar a las personas. Tenías que encontrarte a ti mismo.

Conocer el sentido de tu existencia. Para ello, durante el paso al otro mundo, sufrías una transformación. Tu espíritu se fusionaba con la esencia de otro animal. Recordabas toda tu existencia anterior y la sensación de que tarde o temprano regresarías, pero olvidabas por completo la manera de hacerlo. Pronto aprendías las reglas de tu nueva vida y te unías a tu clan. Minotauros, Hombres pájaro, Licántropos, Sirenas u otros muchos. En mi caso y tras despertar como de un leve sueño aparecí como un majestuoso Centauro.

Pronto me acostumbré a mi nueva vida. Galopar por las praderas, la caza con arco, las carreras con los compañeros y los flirteos con las muchachas centauro. Era una vida sin complicaciones, nadábamos en la abundancia y los problemas escaseaban. Todos me conocían por Kouros. No destacaba en ningún aspecto ya fuese positivo o negativo, y eso poco a poco fue degenerando en indiferencia. A mi no me importaba, me gustaba estar acompañado, pero no me asustaba la soledad. Tampoco congenié especialmente con nadie. No eran como yo. Todos encontraban pronto sus anhelos. Ser el más rápido. El más fuerte. El más certero. Ser el líder, el consejero o el administrador. A todos les interesaba algo en especial y ponían todo su empeño en alcanzar la perfección en ello. Yo los admiraba en secreto y me preguntaba que es lo que yo deseaba en el fondo de mi alma. Hacía 21 años desde que amanecí en Follken y seguía sin rumbo. Poco a poco me volví un hombre de ideas fijas, o mejor dicho, un animal de fijas costumbres. El caso es que por algún extraño motivo paseaba todas las tardes por la playa. Me encantaba sentir la brisa del mar y librar a mi suave lomo de los molestos mosquitos de la colina. Sentir como mis cascos se hundían en la arena mojada. Tener medio cuerpo de caballo tenía muchas ventajas. A alguien inquieto como yo, le encanta viajar y nosotros podíamos recorrer inmensas distancias sin fatigarnos. No puedo evitar reconocer que me volví muy narcisista. Mi rostro agraciado, mi fuerte torso, mi suave piel, mis fuertes patas, mi poderoso galope, el porte de mi trote. Me veía a mi mismo como un ser insuperable. Todo el posible engreimiento que pudiese haber acumulado desapareció un atardecer de Julio. Fue la primera vez que la vi y nunca podré olvidar esa celestial visión. Apareció súbitamente del fondo del mar, se acercó a la orilla y se me quedo mirando. Era una joven sirena. Pelo rubio hasta la cintura, algo rizado. Ojos verdes profundos como un acantilado. Senos no muy grandes, de formas redondeadas. Un ombligo coquetón y por ultimo esa cola de pez con escamas verdes plateadas a juego con sus deslumbrantes ojos. Se acercó hasta la orilla sin dejar de mirarme. Sin hablarme me hizo una señal para que la cogiese en brazos. La monté sobre mi lomo y eché a correr. No dejaba de sonreír y eso me encantaba. Volví sobre mis pasos. Me alcé sobre mis patas traseras y la deje caer suavemente en un improvisado lago que se había formado en la orilla.

- Quiero que me hagas reír siempre. ¿ Lo harás ? - me preguntó.
- Por supuesto, viviré para ello, puedes estar segura.
- Eres un encanto. ¿ Lo sabías ?.
- Si tu lo dices no seré yo quien lo niegue - contesté con una divertida mueca.

No podía dejar de mirarla. Era superior a mis fuerzas. Decidí continuar la conversación y descubrir todo lo que pudiese sobre esta hermosa joven. Estaba enamorado. Era inevitable.

- ¿Sueles venir mucho por aquí? ¿Como te llamas? ¿Te quedarás mucho rato?
- Sí, Daué, un buen rato - respondió ella casi sin respirar.
- ¿Que trae por aquí a una criatura tan adorable como tú? - le pregunté con tono inquisidor.
- Es una historia muy larga.
- Tengo todo el tiempo del mundo - le respondí yo.

No se porqué ocurrió pero se sinceró conmigo. Llevaba un año menos que yo en este pequeño y agradable mundo. Contaba por tanto con 27 años. Ya no era un niña. Todos sus poros desprendían sensualidad.

Y a pesar de desear reír a todas horas flotaba sobre ella un halo de tristeza. Pronto descubrí el motivo. La persona que debía ser su media naranja no estaba a su altura. Era un apuesto medio pez de nombre Poepoe, mano derecha del líder del clan. Era arrogante, impulsivo, prepotente pero de buen corazón. Ella estaba con él casi desde su llegada. El ofreció protección y cobijo a Daué sin pedir nada a cambio. Le enseñó las reglas por las que se regían. Como obtener alimento. Como refugiarse de las tormentas. Como nadar contracorriente. Le enseñó las maravillas de las profundidades. Los bellos arrecifes de coral. Las cuevas submarinas. Era su acompañante en las fiestas bajo el agua del invierno y en las fiestas sobre la superficie en verano. Construyó con sus propias manos un refugio para ambos. Su vida tenía un rumbo fijo y ella no se quejaba porque no había conocido ningún otro tipo de vida. No había pasión en su vida pero no la echaba de menos. Era guiada en todo momento y ella se sentía feliz.

Cuando descubrió que Poepoe ofreció su desinteresada ayuda a otra recién llegada comenzó a plantearse algunas cosas. Ya no se sentía el centro de su universo bajo el mar. No podía dejar de atormentarse. ¿Tendría ella la culpa? ¿Le habría dado a él todo lo necesario para que no necesitara nada de ninguna otra? ¿Seria la primera sirena que no hechiza con su canto? Era sensata e inteligente y se lo planteó a él. Por un tiempo volvió a vivir para ella. Pero no duró mucho. El echaba de menos su labor de salvador. Y por tres veces volvió a ejercer de maestro de adolescentes sirenas. La vida dejó de ser idílica para Daué. Poepoe le echó en cara su falta de entusiasmo. Su falta de idolatría hacia él. Las demás suspiraban por tenerlo. Llego a decirla que sus encuentros íntimos con ella eran monótonos y como una obligación más que un deseo. Lo dejaron y lo volvieron a intentar varias veces. Ahora se hallaba inmersa en la última separación. Ella le pidió que no buscase a ninguna nueva y él por lo visto llevaba un tiempo cumpliendo ese deseo.

Ahora podría rememorar todas las conversaciones que tuvimos. Pero son para mí como un tesoro. Cuando pienso en ella me vuelvo egoísta. Todo sucedió de manera vertiginosa. Nos veíamos cada tarde bien en la playa, bien en la ribera del río junto al bosque. Estabamos el uno hecho para el otro. Las diferencias físicas eran para nosotros invisibles. Podíamos hablar de cualquier cosa. Reírnos juntos de las cosas mas inverosímiles. Nuestros mundos eran diametralmente opuestos. Ello nos daba un jugo interminable. No solo éramos afines en espíritu. Cada vez que nuestros voluptuosos cuerpos se entrelazaban ardíamos en llamas. Fueron cuatro semanas inmersos en el paraíso. Todo parecía ir como la seda.

Poepoe estuvo todo ese tiempo de viaje. Cuando volvió y supo de nuestra historia pareció enloquecer. Sufrió un ataque de celos espantoso. Lo que más le dolía no era que estuviese con otro. Lo que más le dolía era que yo fuese un Centauro. Un asqueroso ser de tierra firme como nos llamaban despectivamente. Ella volvió con él y me pidió que no intentará entrometerme. Nunca quise hacerlo. De todas formas me tendrían que haber salido aletas y no lo creo posible. Volvimos a vernos un par de días después de su vuelta al redil. La pasión volvió a desenfrenarse aunque en menor medida. Después pasaron un par de semanas y volvimos a vernos.

- ¿ Que tal estas ? - le pregunté con un nudo en el cuello.
- Voy tirando, pero me siento tranquila.
- ¿Me echas de menos? No me digas que no - supliqué.
- No puedo decirte que no. Cada vez que estoy con él te veo a mi lado. Y es peor cuando intenta besarme o tocarme. No estoy actuando bien. No estoy jugando limpio. No estoy poniendo todo la buena voluntad que debería para que salga bien.
- El no se merece todo lo que haces por él. No puedo entenderte. La primera vez tuvo disculpa, ¿pero ahora?. Uno puede ser algo excepcional. ¿Pero no sabes que dos es igual a infinito?
- No se de que me hablas - me contestó entre sonrisas.
- ¿Ves como sigo haciéndote reír? - pregunté mientras unas lágrimas aparecían sobre mis mejillas.
- Es mi decisión. ¿La respetarás? - me preguntó suavemente.
- Por supuesto. Siempre hago todo lo que tu me dices - respondí mientras me acercaba a sus labios. La besé como si fuese la última vez. Quizás lo fuese.
- ¿Dime que no puedes controlarte cuando estás a mi lado? - le pregunté con malicia.
- ¿Acaso hace falta que te contesté? - me respondió mimosa.
- Dímelo - le susurré.
- No puedo controlarme. Pero eso no cambia las cosas.
- Está bien. Veo que no puedo hacer nada. Tu sabes que no soy como él. Soy mejor - Ella sonrió de nuevo - Y por eso voy a quitarme de en medio aunque me duela.
- ¿Me desearas suerte? - me dijo.
- Con él no. Soy honesto. Quiero que seas feliz y estoy convencido de que no lo serás junto a él.
- No puedes entenderlo. Son muchos años. Contigo he estado apenas un mes - y me miro dulcemente a los ojos.
- Supongo que no puedo quererte porque eso implica el concepto de tiempo y tu y yo no lo hemos tenido. Tampoco estoy enamorado de ti porque eso implica el concepto de idealizarte y yo ya conozco todos tus defectos e imperfecciones aunque no me importen. Por eso he llegado a la conclusión de que te amo. Te amo como no he amado a nadie en mi vida. Y nunca dejaré de amarte pase lo que pase. Adiós - y comencé a galopar hacia el bosque.
- Adiós, perdóname, perdóname, perdóname..... - me decía cada vez con la voz más apagada.

Pasé un par de días ahogado en llantos. Al fin me recuperé y lo vi todo claro. Ahora sabía cual era el objetivo de mi vida. Descubrí el sentido de mi existencia. Todo lo que ansiaba para el resto de mis días. Quería, quiero compartir mi ser con ella, con Daué. En ese preciso instante supe como volver a Mailendos.

En mi mente apareció, como en el de muchos otros antes que yo, el conocimiento que uno debía aprender en el exilio. Para vivir hay que morir. Y que puede ser más bello que morir por el amor de ella. Ya no tenía sentido la espera en este mundo. Aunque su historia con Poepoe no saliese bien, de lo que estoy seguro, estamos destinados a algo mucho más grande. A algo mucho mejor. A la eternidad juntos en perpetua juventud.

Galope sin cesar hasta el acantilado mayor de Follken. Respiré hondo y me arrojé al vacío. Me suicidé por amor. Hice el sacrificio supremo. Morí. Acabé mi exilio y amanecí plácidamente junto a un lago. Un par de dioses estaban a mi lado. Me sonrieron y me dieron la bienvenida. Me miré de arriba a abajo. Había perdido mi parte animal. Me sentía un poco raro pero contento. Fue una sensación maravillosa volver a caminar. Estaba de vuelta. Quizás para siempre. Mi exilio había concluido. Era inevitable. Daué pronto conocerá la noticia de mi muerte. De mi suicidio por amor. Puede que comprenda mi acto y descubra la verdad. Sería el acto más bonito. Moriría asimismo por mi. Y pronto estaríamos juntos.
Puede que siga intentándolo con él. En ese caso puede que sean felices durante algún tiempo o que definitivamente descubra que no están hechos el uno para el otro. Pueden suceder muchas cosas ahí abajo. Pero yo se que me ama tanto como yo a ella. Los de aquí conocemos la verdad de los de allí. Puede pasar mucho tiempo. Yo seguiré sus pasos, viéndola a través de cualquier lago de Mailendos. Pero que significan diez, veinte, treinta, cuarenta años, cuando se dispone de la eternidad. Ella morirá mañana o dentro de cincuenta años. Pero tarde o temprano descubrirá su verdad, el sentido de su vida, la razón de su exilio. Y ese día yo la estaré esperando con los brazos abiertos y los ojos llenos de lágrimas. Pero esta vez serán de alegría. Es lo que ha venido pasando desde siempre. Es la historia de nuestro mundo. Es inevitable.

Sevilla, 20 de Agosto de 1998.

07 diciembre 2006

Quitarse un Peso de Encima

Oeidan y Xassheg tenían muy pocas cosas en común, para empezar vivían a años luz de distancia, exactamente ciento once, y en planetas totalmente opuestos, Oeidan era originario de Eausilop segundo planeta en órbita alrededor de un sistema triple de soles, el gigantesco Eual escoltado por las estrellas de pequeña magnitud Ioes y Uaok, un planeta como tantos otros miles de planetas y cuya única peculiaridad interesante para un hipotético observador de la Tierra consistía en tener una gravedad 0.7, Oeidan por tanto habitaba en un planeta pequeño, ligero, cálido y luminoso (los tres soles solo permitían noches de 4 horas sobre un periodo de rotación de 22). Xassheg en cambio era originario de Jappel, octavo planeta en órbita alrededor de la enana blanca Koggam, un colosal planeta, frío, lóbrego (tres estaciones de 5 meses dos de las cuales transcurrían en la más absoluta oscuridad) y con 1.4 de gravedad. Su aspecto físico no podía ser más dispar, Oeidan alto, estilizado, de largos miembros mientras Xassheg bajo, rechoncho y de cortas extremidades y en cuanto a la mentalidad global de sus civilizaciones son fácilmente deducibles las notables diferencias acaecidas a largo de los siglos influenciadas por el ambiente en el que les había tocado subsistir.

Sin embargo, Oeidan y Xassheg compartían sin saberlo un obsesionante pensamiento, ambos se sentían tremendamente desgraciados e incomprendidos en sus respectivos mundos, Oeidan odiaba la débil moral y la apatía reinante en su planeta, un lugar en el espacio donde la facilidad para desplazarse, la ausencia de esfuerzos continuados, la propia belleza de sus parajes continuamente bañados por los rayos de sus tres soles, la bondad del clima, la bonanza en materias primas, la ausencia de enfermedades físicas graves, no podía sino provocar gentes alegres, despreocupadas, una sociedad exenta de rivalidades y deseos de poder, abandonada a los placeres del cuerpo, poco evolucionada tecnológicamente, exenta de curiosidad, con una ecología altamente cambiante y una fusión completa con los reinos vegetal y animal autóctonos. En estas condiciones, el anhelo del saber, el afán de superación, el deseo de diferenciación no tenían cabida, la mediocridad de planteamientos y la ausencia de imprevistos abocaban a una total falta de estímulos y a una pacífica calma, a Oeidan no le interesaba el sexo, el arte, la diversión, el culto al cuerpo, el ambiente nihilista que imperaba en sus semejantes, era un caso atípico en una sociedad que ignoraba a los peculiares y sorprendentes descontentos, Oeidan en fin, pasaba todo su tiempo pensando en un mundo donde el resto de vida inteligente actuaba sin pensar y era absolutamente feliz.

Xassheg, también se sentía desdichado, pero por motivos radicalmente opuestos, el poseía un alma libre e inquieta en un mundo sumiso y condescendiente, para una población acostumbrada desde el primer momento en que abandona el cuerpo de su progenitor a soportar una presión brutal, la férrea disciplina, el apego al trabajo, las obligaciones sociales, el sometimiento al grupo, la importancia de la comunidad, la falta de intimidad y la lucha contra los elementos son cuestiones menores. Todo aparece como una carga menor, soportable gracias a la mera comparación con una realidad, nunca mejor dicho, pesada como una losa. Cuando cada paso cuesta lo indecible, cuando la ley del mínimo esfuerzo se hace cuasi obligatoria, psicológicamente se acepta el yugo del sistema como algo natural, sin desagrado se acepta la vida en el subsuelo, las jornadas interminables (en los breves momentos de descanso, la poderosa atracción del inmenso planeta no disminuye su intensidad) y las desigualdades sociales (los mas favorecidos no tienen ninguna consideración por parte de Jappel y todo el mundo lo sabe). No es de extrañar pues que el conformismo y la resignación se hicieran dueñas del sentir general y que se evitara pensar para tratar de ser lo menos consciente posible de lo que les ha tocado vivir y aquí a ciento once años luz de Eausilop, también un único individuo pensaba en un mundo donde nadie tenía deseos de hacerlo.

Ambos mundos además de tener en común a un raro disidente de la norma establecida, compartían asimismo la falta de desarrollo tecnológico, a pesar de tener orígenes antagónicos. En el caso de Jappel se debió a haber tenido desde siempre la idea del adversario invencible y omnipotente y haberse creado una figura religiosa que asocia la divinidad al propio planeta, generándose desde tiempos inmemoriales un esperpento de la figura de Gaia.

Es por tanto más increíble que sucediera espontáneamente lo que múltiples civilizaciones muy avanzadas tecnológicamente habían perseguido durante siglos sin éxito, superar la limitación de la velocidad de la luz, como conseguir desplazarse a otras galaxias en un tiempo aceptable, eliminar el factor tiempo de la ecuación del transporte, teóricamente era posible desde hacía mucho tiempo, bastaba con conectar ambos extremos de uno de los múltiples agujeros de gusano, restos del Big Bang primigenio, que pululaban por el espacio. Para ello era necesario una concentración de energía tendiente al infinito en una única molécula del agujero lo que provocaría una especie de enganche, si esto se lograba en ambos lados el intercambio de materia en la unidad mínima de tiempo sería un hecho.

El resto es fácil o difícil de imaginar según se mire y justo o injusto de valorar, según se juzgue, el caso es que se produjo y en un determinado momento tanto Oeidan como Xassheg, desearon con toda la fuerza de sus mentes vivir en un lugar distinto al que les había tocado en suerte y la energía mental de ambos se disparó al infinito, dichas energías se colapsaron en dos puntos separados por ciento once años luz y el enganche se produjo durante el instante más breve de la historia del universo, y hete aquí que el intercambio de materia se produjo y Oeidan se hundió en Jappel y Xassehg flotó en Eausilop, sus vidas cambiaron, alcanzaron la tan ansiada felicidad y es más lograron sendas revoluciones en sus mundos de origen dignas de ser contadas, quizás me anime a hacerlo y entonces... me habré quitado un peso de encima.

Sevilla, 1 de Julio de 1998.

06 diciembre 2006

Lo Verdaderamente Importante

Desde mi punto de vista, aunque relevante no fue lo verdaderamente importante lo acaecido en Winnipeg (Canadá) en la ribera del gran lago del mismo nombre, aquel 14 de Julio del 2128, Philip Park estaba sentado en un banco de madera carcomido, había llegado hacía unos escasos minutos justo con la puesta de sol y pronto una preciosa luna llena haría acto de presencia, preciosa como Susan Sharpe pensó el enamorado Philip, porque ese era el estado que le consumía y que provocaba que su corazón palpitase mucho más acelerado de lo que cabría esperar de este inteligente joven de coeficiente intelectual 189 y que hasta hacía unas pocas semanas no conocía los efectos de las flechas de Cupido, todo ocurrió (como suelen ocurrir estas cosas) vertiginosamente, coincidir en varios actos públicos, tertulias a media tarde frente a unos cafés, un par de favores desinteresados, cena en el restaurante de moda y una tierna declaración de amor mediante una Holovisión Virtual tal como en otras épocas se habría hecho por medio de Telepresencia, VideoConferencia, Teléfono, Telegrama, Carta o Pergamino, para mi el medio utilizado no es importante y si lo es el contenido, un contenido sospechosamente similar a lo largo de los siglos y que terminaba emplazando a Susan en el Parque junto al Lago. Susan como muchas otras antes que ella no acudió a la cita, sentía por aquel muchacho una evidente simpatía y desde el primer momento pensó que podrían compartir una bella amistad, lamentaba que el hubiese mal interpretado su comportamiento hacia él y tras meditarlo largamente decidió que lo mejor sería dejar enfriar la relación durante un tiempo y aunque a corto plazo sabía que sería doloroso para él a la larga era la única alternativa posible.

Tampoco creo que fuese lo verdaderamente importante lo que sucedió al día siguiente, Philip estaba destrozado, no paró de llorar en toda la noche y aún por la mañana en el laboratorio, muy a menudo no podía contener las lagrimas, se hallaba realmente inspirado, esa inspiración nacida de la revancha, del odio, de la autoestima, de ese ansía por demostrar al mundo, a ella, lo mucho que uno vale y la poca vista que ella tuvo al no darse cuenta o al darse cuenta y pasar igualmente. Llevaba varios meses de relativos fracasos y pequeños avances y aquella mañana una chispa de magia creativa nació en el cerebro de Philip, se dispuso a probar su nueva teoría, manipuló la probeta que contenía el platino, el paladio, el deuterio, el helio y el agua pesada y comenzó el experimento y justo un segundo antes de la reacción volvió a acordarse de Susan y una única y solitaria lagrima avanzó por sus mejillas y cayó en la probeta... el resto ya es historia, Philip Park, Físico Nuclear el 15 de Julio del 2028 a las 13 horas 41 minutos, consiguió hacer realidad lo que para Nelson Rutherford en 1934, Martin Fleishmann y Stanley Pons en 1989 y Anawande Akele en el 2077 fue solo un sueño, "La Fusión Fría", la energía de las estrellas, ilimitada, barata e inagotable.

Tampoco para mi fue lo verdaderamente importante el conjunto de repercusiones que tuvo este descubrimiento para la historia de la humanidad, el hecho de que el arsenal atómico Mundial, ciertamente espada de Damocles de la Tierra, fuese utilizado para la primera misión espacial más allá del Sistema Solar en el año 2150, el hecho de que en 2180 y por primera vez en los últimos 250 años la población de la Tierra se estabilizara en 3000 millones de personas y que desapareciera el problema del Hambre, el hecho de que al comienzo del siglo XXIII se eliminarán los postreros residuos de contaminación del planeta, se consiguiera una ecología cuasi perfecta y el control climático, el hecho acaecido solo unas décadas después de una economía mundial equitativa y sin desigualdades y por último, tampoco lo fue, la victoria definitiva en el 2333 sobre el censo histórico de las enfermedades lográndose por primera vez una expectativa media de vida superior a los 125 años para los hombres y de 128 años para las mujeres (y es que hay cosas que nunca cambian).

Se que si Susan se hubiera enamorado de Philip todos estos hechos no hubieran ocurrido probablemente y que mi vida desde el día de mi nacimiento el 6 de Diciembre del 2369 hasta hoy no sería la que es y que nunca hubiese conocido a la mujer de mi vida, Raquel y es que a mi me sucedió algo parecido a lo de Philip, sólo que Raquel si acudió a la cita y se convirtió en mi compañera, mi amante, mi amiga, mi todo, volviendo al tema que nos ocupa para mi no fue verdaderamente importante el hecho de que a pesar de hallarnos a principios del siglo XXV, Raquel no fuese capaz de tener hijos, adoptamos cuatro y a la vez, David de 3 meses, Ana de 2 años, Daniel de 7 años y por último Raquel de 11 años, no podría sentir absolutamente nada distinto de lo que siento por ellos ahora que ya viven su vida, de lo que sentiría si hubiesen sido hijos naturales, no heredaron mis genes pero son tan como yo y tan como Raquel que nadie podría notar la diferencia. Verán, mi trabajo consiste en probar antes que nadie todo aquello que pueda hacer mejor la vida a mis semejantes, el nombre técnico de mi profesión es lo de menos, pero bueno, ahí va "Técnico Superior en Conductas y Adaptabilidad Humanas", yo era un TSCAH (nunca entenderé esta estúpida moda de nuestros días de nombrar a todas las profesiones por las iniciales) y solo una vez en toda mi vida profesional no recibí los pertinentes informes previos a las pruebas, esto no lo descubrí hasta mucho más tarde y la verdad tampoco fue verdaderamente importante, como no lo fue el hecho de que Raquel hasta el día de hoy nunca me haya hecho daño emocionalmente y más teniendo en cuenta de que aunque quisiera habérmelo hecho no habría podido porque Raquel es un Robot, casi nadie podría apreciarlo pero es así, y tiene grabado algo similar a lo que el gran maestro de la ciencia ficción del siglo XX Isaac Asimov denominó "Las tres leyes de la Robótica", importante y mucho es el hecho, comprobado en un informe TSCAH, de que Raquel nunca lo intentó, ella siempre ha tenido libertad de pensamiento y solo al pasar al hecho concreto su programación inconsciente se lo habría impedido, pero como ya he comentado nunca hizo falta y eso la hace infinitamente más humana de lo que nunca fue Susan Sharpe y se que decir esto de la co-benefactora de la humanidad no atraerá hacía mi precisamente simpatías pero debo hacerlo, se lo debo.
Por último ni siquiera el comportamiento de Raquel hacía mi es lo verdaderamente importante, para mi siempre lo ha sido y siempre lo será el siguiente juego de palabras : "Lo verdaderamente importante para mi, es haber sabido siempre, que era lo verdaderamente importante para mi"...
¿ Lo sabes tu ?

Sevilla, 21 de Junio de 1998.

04 diciembre 2006

Cambiante Adaptoide

En el primer año del siglo XXXVII la C.U.P. (Confederacion Universal de Planetas) no daba abasto. Tenia la ingente tarea de catalogar todos los planetas con vida inteligente de la galaxia. No era tarea facil despues de que hace 3 años se construyera la primera flota capaz de superar, en cifras de dos digitos, la velocidad de la luz. Era la aplicacion practica de la Teoria del Desplazamiento Simultaneo. Este asombroso descubrimiento fue realizado por la F.A.D.I.A. (Fundacion Academica para el Desarrollo de la Inteligencia Artificial) justo hace ahora 34 años terrestres. Cuando se creo la fundacion, fueron muchas las voces criticas que se alzaron contra la creacion de esa especie de universidad para maquinas pensantes donde su fin ultimo y unico era la busqueda del conocimiento. Se destinaron fondos astronomicos, equivalentes a lo necesario para la terraformacion de un planeta de tamaño medio, para la puesta en marcha del proyecto y no se esperaban avances significativos en decadas. Hubo protestas y manifestaciones en varias Ligas Planetarias, indignadas por lo que consideraban un derroche de recursos tecnologicos sin parangon. Una capacidad de proceso de informacion como nunca habia poseido la humanidad y se desperdiciaba en metafisica y filosofia, afirmaban. Pero todos estaban equivocados, los detractores de la iniciativa porque sus descubrimientos dieron paso a una nueva era en la historia y los promotores porque a la union de mentes artificiales le bastaron meses, concretamente once, para producir teorias revolucionarias en el ambito del saber. Si que se necesitaron casi cuatro decadas para darle una aplicacion practica a la teoria y construir naves espaciales, capaces de iniciar una segunda colonizacion de una magnitud mil veces superior a la precedente. La primera consecuencia de la ola exploradora fue el descubrimiento de inteligencia extraterrestre, por fin los seres humanos constatabamos que no estabamos solos en el universo. La variedad de seres que aparecian en escena crecia de forma constante y pronto se hizo patente la necesidad de un organismo unificado de gobierno con representacion de todas las razas existentes. Asi nacio la C.U.P. y una de sus mayores prioridades, era la catalogacion de todas las inteligencias que emergian gracias a la exploracion exponencial en la que estabamos inmersos. Se creo para ello una unidad de cientificos versados en las mas diversas disciplinas. Cuando se recibian informes de vida alienigena en los mundos recien descubiertos, el primer paso a seguir era enviar a un miembro de la unidad, para determinar si la nueva raza descubierta poseia indicios de inteligencia y asi añadir un nuevo integrante a la confederacion.

Martin "Nomada" Kerr era uno de esos cientificos, cuya denominacion oficial era la de "observador". Su apodo venia por su imperiosa necesidad vital de recorrer cuantos mas lugares mejor. Ansiaba lo novedoso, lo nunca antes visto, disfrutaba de su trabajo y eso lo hacia ser uno de los mejores. En esta ocasion visitaba Shuzut 18, el tercer planeta de un sistema solar ubicado entre las constelaciones de Tauro y Sagitario. Alli se habia descubierto una raza especialmente peculiar. En su estado natural eran entes de energia pura y solo ante la interaccion con otras inteligencias, abandonaban su condicion eterea y mediante un proceso aun inexplicado tomaban materia de su entorno y se hacian corporeos. ¿En que? pues dependia de lo que captaban de los pensamientos de sus interlocutores. Se habia comprobado que ante un contacto, se producia una resonancia vibratoria justo antes de la transformacion. Cuando Martin aterrizo en la superficie se encontro con media docena de aliens cuyo aspecto era totalmente reconocible y curiosamente era el mismo numero que el de componentes del equipo explorador. Habia dos perros (un boxer y un dalmata), dos gatos, un poney y un androide. Tras minuciosas entrevistas descubrio que los nuevos seres eran replicas exactas de las mascotas de los tripulantes de la nave y lo que era mas curioso que su personalidad (o su programacion en el caso del robot) era similar a la que estos recordaban. Inmediatamente decidio bautizar a la nueva especie como "Cambiantes Adaptoides" y se dispuso a interrogar al unico nuevo ser con capacidad de lenguaje, el androide SPTN. Al finalizar la amistosa charla, Martin ya habia encontrado una pauta en los enigmaticos seres. Se amoldaban a los mas profundos deseos subconscientes de quienes se encontraban. Ilusionado por descubrir que era lo que se escondia en lo mas profundo de su ser, se interno en la zona donde la sonda habia detectado variaciones no aleatorias de energia. Cuando llego creyo oir una especie de melodia a su alrededor y al instante se materializo ante el una hermosa muchacha. Durante las primeras horas ella permanecio extraordinariamente atenta a todos su movimientos y, como descubrio mucho despues, a sus pensamientos. En ese tiempo solo logro sacarle su nombre, breve y sonoro, Py. La innata curiosidad cientifica del observador se fue transformando poco a poco en profunda admiracion. Durante los dias siguientes la bella mujer fue experimentando continuos cambios. Aumento su agudeza intelectual y sus conversaciones eran cada vez mas largas e interesantes. Se aclaro su tersa piel, enrojecio su largo pelo, se acrecentaron sus curvas y se dulcifico su rostro. Crecio su ingenio y su sentido del humor. Se complicaron sus gustos y su forma de actuar. Cada amanecer aparecian sutiles cambios en su personalidad y todos iban encaminados a hacerlos mas afines, mas compatibles. Las seis semanas de catalogacion pasaron en un suspiro y el momento de abandonar el planeta habia llegado. Nuevos retos, nuevas maravillas le esperaban ahi fuera en el espacio profundo, donde ningun otro observador habia estado nunca. Y asombrado se descubrio sin los anhelos del pasado. El unico deseo que crecia sin freno en su interior era el de compartir y comprobar dia a dia como evolucionaba su mutua simbiosis. Cuando la nave se elevaba en el horizonte y abandonaba la atmosfera, abrazo fuertemente a su nueva compañera, la beso y derramo una unica lagrima. Ella sabia con absoluta certeza que era de alegria...

(Relato dedicado a la mujer que amo e inspirado por ella)
Sevilla, 2 de diciembre de 2006.

Psicohistoria

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