He de reconocer que tengo debilidad por las películas de 007, por todas y ahora que en Canal Sur 2 Andalucía han puesto un ciclo los lunes por la noche y además sin cortes publicitarios he aprovechado para revisionar la saga del más mítico agente secreto del cine James Bond. Hace un par de semanas empezaron con la película inicial de la saga 007 Contra el Dr. No y la semana pasada (siguiendo el orden cronológico) continuaron con Desde Rusia con Amor pero voy a centrarme en la película que emitieron ayer y que supuso un antes y un después dentro de la franquicia Goldfinger. ¿Y por qué? Pues porque en la época las salas de cine estuvieron abiertas las 24 horas y había interminables colas de espectadores ansiosos por ver el film. Se convirtió en un icono cultural de los años 60.
Centrándonos estrictamente en sus valores artísticos descubriremos las claves de su éxito. Al ser ya la tercera película de la saga el público ya estaba familiarizado con las señas de identidad, el jefe del servicio secreto M, la secretaria Moneypenny, el suministrador de gadgets Q (genial Desmond Llewelyn), la sucesión de bellas conquistas y los villanos exasperados por la chuleria de Bond. Si a eso unimos una banda sonora de lujo y un tema principal compuesto por John Barry e interpretado por Shirley Bassey que logró desbancar a los Beatles de la lista de popularidad vemos porque fue un bombazo de taquilla. En esta ocasión tuvimos un trio de ases para las feminas con Shirley Eaton y Tania Mallet como las hermanas Jill y Tilly Masterson (inolvidable la escena de Jill recubierta de pintura dorada) y Honor Blackman como Pusy Galore. En cuanto a los villanos Gert Fröbe como Auric Goldfinger obsesionado con el oro y con ganar en todos los juegos/deportes/fechorias en los que participa y su lugarteniente y guardaespaldas Oddjob (Harold Sakata) con su impactante sombrero-arma. Como siempre localizaciones espectaculares Miami, Alpes Suizos o Fort Knox. Escenas de acción pura como la persecución al Austin Martin, diálogos memorables como el entablado entre Goldfinger y un capturado James Bond "¿Espera que hable? - No, Sr. Bond, espero que muera" o detalles como que el contador de la bomba atómica (de tres dígitos) se pare justo en 007 hacen que esta obra de 1964 (no lo olvidemos) sea una de mis favoritas...
Centrándonos estrictamente en sus valores artísticos descubriremos las claves de su éxito. Al ser ya la tercera película de la saga el público ya estaba familiarizado con las señas de identidad, el jefe del servicio secreto M, la secretaria Moneypenny, el suministrador de gadgets Q (genial Desmond Llewelyn), la sucesión de bellas conquistas y los villanos exasperados por la chuleria de Bond. Si a eso unimos una banda sonora de lujo y un tema principal compuesto por John Barry e interpretado por Shirley Bassey que logró desbancar a los Beatles de la lista de popularidad vemos porque fue un bombazo de taquilla. En esta ocasión tuvimos un trio de ases para las feminas con Shirley Eaton y Tania Mallet como las hermanas Jill y Tilly Masterson (inolvidable la escena de Jill recubierta de pintura dorada) y Honor Blackman como Pusy Galore. En cuanto a los villanos Gert Fröbe como Auric Goldfinger obsesionado con el oro y con ganar en todos los juegos/deportes/fechorias en los que participa y su lugarteniente y guardaespaldas Oddjob (Harold Sakata) con su impactante sombrero-arma. Como siempre localizaciones espectaculares Miami, Alpes Suizos o Fort Knox. Escenas de acción pura como la persecución al Austin Martin, diálogos memorables como el entablado entre Goldfinger y un capturado James Bond "¿Espera que hable? - No, Sr. Bond, espero que muera" o detalles como que el contador de la bomba atómica (de tres dígitos) se pare justo en 007 hacen que esta obra de 1964 (no lo olvidemos) sea una de mis favoritas...
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