Vicisitud
"Por esos días Mastropiero enfrentó grandes problemas: chocó con la bici... con las vicisitudes más adversas". "Vicisitud hay que decirlo más" sería una buena consigna para el blog. Desde luego, vicisitud no va a faltar, ni sordidez, ni ignominia. ¿Y qué es la vicisitud, me preguntas, clavando en mi pupila tu pupila azul? Que un ser anónimo identifique tus braguitas de corazones caídas en el patio y te las deje en la puerta de tu piso no puede producir otra cosa que vicisitud. Podría ser peor: que alguien anónimo identifique tus gayumbos marca Día antes de haber sido enviados a la lavadora. No sé qué mecanismo provoca que unos gayumbos con pegatina caigan por un patio de luces, pero hay gente para todo. En fin, si esos gayumbos apareciesen colgados en la puerta de tu casa, la vicisitud sería aún mayor. ¿Y si, además, te los hubiesen lavado? ¿Sería un acto de amor y de respeto o una causa aún superior de vicisitud? Ahí queda la pregunta. Por supuesto, "¡Vicisitud!" a secas, cual grito de guerra, es algo plenamente aceptable – no por el diccionario, pero sí por mi, que, al fin y al cabo, es lo que importa – en momentos en los que se experimente profunda vergüenza ajena, como, por ejemplo, el proyecto de convertir la sierra de Madrid en un parque temático de "El Señor de los Anillos". Por favor, sean todos libres de experimentar una profunda vicisitud. Si San Agustín pasó por ello, por qué no nosotros. Más méritos tendremos para que nos canonicen que ese conspicuo putero.
Sordidez
Cualquier persona asocia el término "Sordidez" con la imagen de un viejo que, en un bar portuario, mete mano a los chavalucos que están jugando al futbolín. Bueno, con esa imagen o con otra parecida. No, pensándolo mejor, vivo en el convencimiento de que todo el mundo piensa en pederastas portuarios a la hora de visualizar la sordidez. En qué si no. Bueno, pues éste no es mi caso. Como persona portuaria que soy, prefiero obviar la existencia del futbolín y considerar la sordidez como la expresión máxima de la alegría de vivir. O, por lo menos, de tomarnos nuestra lamentable existencia con alegría. "The hair, the look, the attitude"... Es todo tan gozosamente sórdido. ¿Os seducen los efectos de vídeo? ¿La convicción con la que Mr. T expresa su loable mensaje? Bien, toda la vergüenza ajena experimentada es la conclusión de la experiencia de la sordidez. Otro ejemplo, foto del Fary, lo único que se puede exclamar ante tal visión es un mayestático "¡SÓRDIDO!". Los ejemplos no tienen fin: Mayra Gómez Kemp en topless, Aznar en pareo, el video de Ricardo Bofill "Chabeli: enamorada", el álbum de fotos familiares ochenteras de las infantas… Pero cuidado, ésta es sólo una de las formas más evidente de la sordidez. Hay muchas más. Por ejemplo, ¿cómo definiríais los tapetes de encaje encima de los sofás y televisores de tu salón (no me engañéis, todos hemos convivido con ellos)? Bien, la palabra es "Sórdido". ¿Los pantalones a la altura del sobaco, cual actor porno alemán? ¿Jugar al bingo? O mejor aún ¿Despertar en la cama de un hospital y pronunciar "¡bingo!" como forma de vuelta a la consciencia? Creo que ya nos vamos entendiendo...
"Por esos días Mastropiero enfrentó grandes problemas: chocó con la bici... con las vicisitudes más adversas". "Vicisitud hay que decirlo más" sería una buena consigna para el blog. Desde luego, vicisitud no va a faltar, ni sordidez, ni ignominia. ¿Y qué es la vicisitud, me preguntas, clavando en mi pupila tu pupila azul? Que un ser anónimo identifique tus braguitas de corazones caídas en el patio y te las deje en la puerta de tu piso no puede producir otra cosa que vicisitud. Podría ser peor: que alguien anónimo identifique tus gayumbos marca Día antes de haber sido enviados a la lavadora. No sé qué mecanismo provoca que unos gayumbos con pegatina caigan por un patio de luces, pero hay gente para todo. En fin, si esos gayumbos apareciesen colgados en la puerta de tu casa, la vicisitud sería aún mayor. ¿Y si, además, te los hubiesen lavado? ¿Sería un acto de amor y de respeto o una causa aún superior de vicisitud? Ahí queda la pregunta. Por supuesto, "¡Vicisitud!" a secas, cual grito de guerra, es algo plenamente aceptable – no por el diccionario, pero sí por mi, que, al fin y al cabo, es lo que importa – en momentos en los que se experimente profunda vergüenza ajena, como, por ejemplo, el proyecto de convertir la sierra de Madrid en un parque temático de "El Señor de los Anillos". Por favor, sean todos libres de experimentar una profunda vicisitud. Si San Agustín pasó por ello, por qué no nosotros. Más méritos tendremos para que nos canonicen que ese conspicuo putero.
Sordidez
Cualquier persona asocia el término "Sordidez" con la imagen de un viejo que, en un bar portuario, mete mano a los chavalucos que están jugando al futbolín. Bueno, con esa imagen o con otra parecida. No, pensándolo mejor, vivo en el convencimiento de que todo el mundo piensa en pederastas portuarios a la hora de visualizar la sordidez. En qué si no. Bueno, pues éste no es mi caso. Como persona portuaria que soy, prefiero obviar la existencia del futbolín y considerar la sordidez como la expresión máxima de la alegría de vivir. O, por lo menos, de tomarnos nuestra lamentable existencia con alegría. "The hair, the look, the attitude"... Es todo tan gozosamente sórdido. ¿Os seducen los efectos de vídeo? ¿La convicción con la que Mr. T expresa su loable mensaje? Bien, toda la vergüenza ajena experimentada es la conclusión de la experiencia de la sordidez. Otro ejemplo, foto del Fary, lo único que se puede exclamar ante tal visión es un mayestático "¡SÓRDIDO!". Los ejemplos no tienen fin: Mayra Gómez Kemp en topless, Aznar en pareo, el video de Ricardo Bofill "Chabeli: enamorada", el álbum de fotos familiares ochenteras de las infantas… Pero cuidado, ésta es sólo una de las formas más evidente de la sordidez. Hay muchas más. Por ejemplo, ¿cómo definiríais los tapetes de encaje encima de los sofás y televisores de tu salón (no me engañéis, todos hemos convivido con ellos)? Bien, la palabra es "Sórdido". ¿Los pantalones a la altura del sobaco, cual actor porno alemán? ¿Jugar al bingo? O mejor aún ¿Despertar en la cama de un hospital y pronunciar "¡bingo!" como forma de vuelta a la consciencia? Creo que ya nos vamos entendiendo...
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