Preguntemos de nuevo cuánto es 2 + 2. Supongamos que Joseph dice: 2 + 2 = púrpura, y que Maxwell dice: 2 + 2 = 17. Ambos están equivocados, pero sería justo decir que Joseph se ha equivocado más que Maxwell.
Supongamos que decimos: 2 + 2 = un entero. La respuesta sería correcta, ¿no?
O supongamos que respondemos: 2 + 2 = un entero par. Sería todavía más correcta.
O supongamos que decimos: 2 + 2 = 3,999. ¿No estaríamos casi en lo cierto?
Si el maestro quiere que le den 4 de respuesta y no quiere distinguir entre las diversas respuestas equivocadas, ¿no supone esto fijar un límite innecesario a la comprensión?

O supongamos de nuevo que Richard dice: 2 + 2 = 11, y que antes de que el maestro le envíe a casa con una nota para su madre, añade:
—En base 3, claro.
Richard tendría ahora razón.
Isaac Asimov
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