EL ÁNIMUS
Uno de los conceptos básicos de Assassin’s Creed es la capacidad que tiene el ADN de conservar memorias genéticas. Cada vez que se transmite el ADN, las memorias (secuencias de recuerdos) del progenitor, se añaden y se incorporan a dicho ADN, así que cada generación lleva unos archivos biológicos que contienen la información de las generaciones anteriores (como en esos animales que viajan por sí solos largas distancias a los lugares donde se establecieron sus ancestros).
En el homo sapiens moderno, estas memorias llevan dormidas mucho tiempo y no se han explotado. Con la ayuda del Ánimus, se pueden aislar y decodificar. El dispositivo necesita un humano vivo para funcionar, no sólo para tener una fuente de ADN sino para interpretar esas memorias. El software avanzado extrapola la información disponible para construir una simulación y así convertir la memoria ancestral en una representación virtual completa. Cuando el sujeto revive esa memoria, el Ánimus captura y archiva la experiencia a la que los demás pueden acceder en formato audiovisual.
Asesinos y Templarios aprovechan la capacidad de revivir el pasado histórico para conocer información útil para el presente (como Desmond a través de Altair en Assassin’s Creed 1 y a través de Ezio en Assassin’s Creed 2 y 3). Desde la época de Ezio, ambas facciones actúan en secreto y luchan, tanto en el pasado como en el presente, por conseguir artefactos arcaicos (Fragmentos del Edén) y tecnología futurista, para alcanzar sus objetivos.
La memoria genética es una fuente de información sujeta a la interpretación y la propia imaginación puede transformarla. Los recuerdos recuperados con el Ánimus son útiles si el sujeto explora su memoria genética con relativa precisión. La sincronización es una medida de veracidad y precisión, por tanto, mide hasta qué punto está proyectando el sujeto sus propios pensamientos y miedos en la simulación. Cuando un avatar (antepasado virtual) muere prematuramente o realiza cualquier acción que no pertenezca a la memoria, el indicador de sincronización refleja un error y la sesión puede interrumpirse o directamente rebobinarse al último punto de control.
En el homo sapiens moderno, estas memorias llevan dormidas mucho tiempo y no se han explotado. Con la ayuda del Ánimus, se pueden aislar y decodificar. El dispositivo necesita un humano vivo para funcionar, no sólo para tener una fuente de ADN sino para interpretar esas memorias. El software avanzado extrapola la información disponible para construir una simulación y así convertir la memoria ancestral en una representación virtual completa. Cuando el sujeto revive esa memoria, el Ánimus captura y archiva la experiencia a la que los demás pueden acceder en formato audiovisual.
Asesinos y Templarios aprovechan la capacidad de revivir el pasado histórico para conocer información útil para el presente (como Desmond a través de Altair en Assassin’s Creed 1 y a través de Ezio en Assassin’s Creed 2 y 3). Desde la época de Ezio, ambas facciones actúan en secreto y luchan, tanto en el pasado como en el presente, por conseguir artefactos arcaicos (Fragmentos del Edén) y tecnología futurista, para alcanzar sus objetivos.
La memoria genética es una fuente de información sujeta a la interpretación y la propia imaginación puede transformarla. Los recuerdos recuperados con el Ánimus son útiles si el sujeto explora su memoria genética con relativa precisión. La sincronización es una medida de veracidad y precisión, por tanto, mide hasta qué punto está proyectando el sujeto sus propios pensamientos y miedos en la simulación. Cuando un avatar (antepasado virtual) muere prematuramente o realiza cualquier acción que no pertenezca a la memoria, el indicador de sincronización refleja un error y la sesión puede interrumpirse o directamente rebobinarse al último punto de control.
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